Es muy importante comprender que todos quienes tenemos un perro en nuestra familia, somos en alguna medida adiestradores, en tanto y en cuanto somos quienes guiamos su conducta. Eso sí, podemos ser excelentes adiestradores o pésimos adiestradores. El problema es que si se da el segundo caso, nuestro perro será un problema no solo en nuestro hogar (lo que no es poco) sino que también lo será toda vez que salga de casa. Un perro con problemas de educación sociabiliza mal con otros perros y con otras personas.
El adiestramiento canino puede ser más o menos sofisticado. El nivel más básico es el simple dueño de perros a los que enseñamos reglas básicas de convivencia. Luego vemos perros entrenados para un trabajo determinado, como puede ser un pastor o un perro de caza; perros de asistencia con tareas muy complejas, etc. De hecho, un perro de asistencia debe entrenarse para la desobediencia inteligente, lo que suena como un contrasentido y es el nivel más complejo de aprendizaje. Se refiere al caso que el perro reciba una orden que es un peligro, como por ejemplo un perro lazarillo cuyo dueño le pide cruzar la calle cuando hay tránsito de vehículos. El perro debe poder no respetar una orden tan peligrosa, pero acatar todas las demás órdenes.
Sin embargo, sea cual sea el nivel de sofisticación que queremos adquirir como adiestradores caninos, hay una serie de principios que son básicos y se cumplen siempre.
Como animales gregarios, los perros necesitan y respetan las jerarquías. Saber cuál es su lugar en el grupo es lo primero que el perro debe saber. En todos los casos, debe saber que nunca es el alfa cuando hablamos de un grupo que integran perros y personas. Siempre debe estar bajo el mando de una persona.
Si bien existen muchas técnicas de aprendizaje y enseñanza, el respeto por el perro es clave. No se debe enseñar nunca jamás con castigos físicos. No solo eso es un delito, sino que no sirve para nada, y puede producir serios problemas de conducta en un perro.
Lo contrario, que es reforzar lo que el perro hace bien, funciona perfecto. Una felicitación bien evidente, mostrando mucha aprobación da excelentes resultados. Cuando el perro hace lo que no debe, un NO, fuerte y seco dado por parte de una persona que el perro respeta, es un mensaje claro que el perro sigue sin problemas.
La disciplina es clave. El perro necesita aprender con seriedad, en el momento que el dueño o adiestrador decide. Para eso, lo ideal es cansar un poco el perro con ejercicio y luego comenzar la clase. Por lo tanto, otro punto importante es ser oportunos en cuanto a la situación del perro: relajado y algo cansado físicamente si es un perro muy inquieto.
La repetición es muy necesaria. Cada orden que se da debe repetirse muchas veces, en circunstancias diferentes, hasta considerar que la ha aprendido. Cuando ya la ha aprendido debemos mantenerla, con repeticiones constantes. Por lo tanto, si le enseñamos algo a un perro y luego no trabajamos en eso, lo olvidará. La constancia y repetición son las herramientas más importantes de un adiestramiento canino.
Como todo proceso de aprendizaje debe ser bilateral. Como adiestradores debemos tener clara la comunicación con el perro, pero en ambos sentidos. No solo debemos hacer que el perro comprenda lo que le enseñamos, debemos comprenderlo a él. Saber interpretar su lenguaje corporal, ver cuando comienza a estar cansado o desatento, son bases ineludibles.
Si queremos aprender profesionalmente como adiestrar un perro, debemos referirnos a un lugar serio. Si queremos adiestrar a nuestro perro, debemos como mínimo informarnos lo más posible para hacerlo muy bien.